El músico Manuel Turrillas protagoniza la microexposición de octubre en el Archivo de Navarra

La muestra contiene varias partituras originales, entre las que destaca “¡Aupa Osasuna!” y “Aurora a San Francisco Javier”

El Archivo Real y General de Navarra dedica su microexposición del mes de octubre a exponer al público algunos de los documentos que conserva relacionados con la trayectoria del músico navarro Manuel Turrillas Ezcurra, popularmente conocido como el “Maestro Turrillas”, cuando se cumplen 25 años de su fallecimiento.

En concreto, se exponen documentos como el libro de matrícula de la Academia Municipal de Música de Pamplona de 1930, en el que figura como alumno de armonía, y otros que fueron donados en 2017 por sus seis hijos, como son las partituras originales de “¡Aupa Osasuna” y “Aurora a San Francisco Javier”, entre otras.

Bajo el título “25 años del fallecimiento de Manuel Turrillas Ezcurra (1905-1997)”, se expone una muestra de pequeño formato, de acceso libre y gratuito, que permanecerá abierta en la galería baja del Archivo de Navarra todos los días del mes de octubre de 10:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas.

El Maestro Turrillas

Entre los navarros que alcanzaron popularidad en el arte musical durante el siglo XX, la figura de Manuel Turrillas Ezcurra, quien fuera conocido popular y respetuosamente como el “Maestro Turrillas”, “ocupa lugar destacado por derecho propio, tanto por su talento como compositor como de clarinetista”, explican los responsables de la microexposición.

Manuel Turrillas Ezcurra nació en la localidad de Barásoain en 1905. Sin embargo, con apenas 22 años él y su familia se trasladaron a vivir a Pamplona, ciudad que se convirtió en su patria chica de adopción. Una vez en la capital navarra, ingresó en calidad de educando en la banda La Pamplonesa y empezó también a recibir formación musical reglada en la Academia Municipal de Música de Pamplona.

Precisamente la muestra se abre con el libro de matrícula de alumnos del curso 1930-1931 de este centro de formación, en el que consta como alumno de los estudios de armonía el nombre de Manuel Turrillas.

Tras la guerra, la relación del músico de Barásoain con la banda La Pamplonesa se intensifica al obtener plaza de clarinetista, la cual mantuvo hasta su jubilación, acaecida en 1978.

“Fue precisamente su relación con la banda la que influiría de manera determinante en la actividad de Turrillas como compositor musical, en la que mostró interés en la creación de melodías destinadas a ser interpretadas por bandas de música y en las que la influencia de los sones populares y regionales fue nota distintiva destacada”, comentan.

En este sentido, en la micromuestra se exhibe la partitura de una de sus primeras composiciones de este tipo, un pasodoble titulado “¡Ése es Marín!”, dedicado en 1946 a los toreros navarros Julián e Isidro Marín.

Músico polifacético

En años sucesivos algunas de sus composiciones alcanzaron gran popularidad. Algunas de sus obras pasaron pronto a engrosar el repertorio tradicional musical regional navarro. Destacan “Pamplona, Perla del Norte” o “Pamplona, Feria del Toro”. Sin embargo, la faceta como compositor de Turrillas abarcó también a la música ligera (valses, boleros, cumbias…) y también a obras de temática religiosa o institucional de las que es ejemplo el “Canto de Bienvenida a Su Santidad Juan Pablo II”, compuesto en 1982 con motivo de la visita a Navarra ese año del pontífice.

Sin embargo, la popularidad de la actividad como compositor de Manuel Turrillas en lo que a su vinculación con las festividades populares y, en concreto, con las fiestas de San Fermín se refiere, se cimentó en buena parte por la estrecha relación que mantuvo con las entidades culturales y lúdicas de Pamplona.

A estos efectos, Turrillas compuso los himnos de un buen número de peñas sanfermineras pamplonesas como los del Bullicio Pamplonés o la Armonía Chantreana, así como de otras entidades asociativas de la ciudad. Es el caso de Los Amigos del Arte. Algunas de estas partituras también se exponen en la microexposición.

Tras haber recibido en vida un buen número de homenajes a su trayectoria, entre los que destaca la concesión de la Medalla de Oro de Pamplona (ciudad que ya le había nombrado Hijo Predilecto en 1983) Manuel Turrillas Ezcurra falleció en la capital navarra en 1997.

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